En el diario vivir nos encontramos tan ocupados con las actividades cotidianas que nos acostumbramos a vivir solo hacia fuera, y con esto nos referimos a sustentar solo a las exigencias externas, el trabajo, los hijos, el matrimonio. Empezamos a tomar atención a lo que nos pasa internamente el momento en que tenemos síntomas tanto físicos como emocionales, dolores, angustia, tristeza; siendo estos la luz para regresar a mirarnos, revisar el modo de vida que tenemos y si nuestras rutinas nos nutren emocionalmente. Muchas veces miramos estos síntomas como algo negativo, pero si prestamos atención esta es la manera en que nuestro organismo busca una homeostasis, regresar al equilibrio, cuando hablamos de autocuidado, nos referimos al tiempo que empleamos diariamente para prestarnos atención y darnos afecto. Si sientes que necesitas volver a ti te recomendamos lo siguiente:
Disfruta de un tiempo en soledad. Cuando escuchamos la palabra soledad, relacionamos a estar solos, y olvidamos que es un espacio para estar con nosotros mismos, el cual nos permite realizar elecciones más fieles a las propias necesidades, además de conectarnos con las emociones más profundas.
Comparte con personas positivas. Cuando nos juntamos con personas que tienen una visión optimista de la vida nuestro estado de ánimo mejora, nuestra confianza y autoestima se incrementa, además la energía es contagiosa. Es importante que podamos escoger con quien compartir nuestro tiempo, si sentimos que existen personas que afectan de manera negativa nuestra vida estamos en todo el derecho de retirarnos para cuidar nuestra integridad.
Sé fiel a tus sentimientos. Mientras más escuchamos nuestras emociones más sintonizamos con la intuición y esta se desarrolla, nos pasa que tendemos a consultar a los demás sobre las decisiones que debemos tomar y nos olvidamos que cada persona opina según su experiencia, qué mejor que podamos escucharnos y decidamos desde las necesidades propias.
Sé tú mismo. Escojamos ser libres y expresarnos con espontaneidad y carisma, recordando que somos únicos y esa autenticidad es lo que nos hace especiales y diferentes. La presión social muchas veces hace que tomemos ciertas actitudes y posturas que no van con nosotros mismos, lo importante es que podamos reconocer e identificar lo que es nuestro y lo demás lo descartemos, una forma de hacerlo es fijarnos si nuestras acciones son naturales o nos cuesta realizarlas y nos genera malestar interior.
No te compares. Las actividades que realizamos, nuestros logros, metas y demás aspiraciones no tienen que llevar el mismo ritmo que el de los demás, cada quien está en lo suyo cumpliendo sus sueños, pero lo más importante es identificar que cada quien tiene su propio tiempo, lo importante es caminar y disfrutar del sendero.
Viaja y conoce gente. El poder relacionarnos con gente de diversas culturas y creencias nos ayuda a ampliar la percepción de la realidad, a conocer múltiples formas de disfrutar, de vivir y romper esquemas para llegar a una flexibilidad con nosotros mismos y con los demás.
Vuelve a lo simple. Al estar rodeados de tecnología, ciudades gigantes y desarrolladas, muchas veces nos olvidamos de disfrutar las cosas simples, salir a un parque, dejar el auto y caminar al trabajo, leer un libro. Mientras más dediquemos tiempo a las cosas sencillas más nos conectamos con el disfrute, como los niños que juegan con alegría con cosas simples como hojas y flores del jardín. Recordemos que no necesitamos bienes grandes ni caros para saborear lo lindo de la vida. Si no disfrutamos de lo simple, tampoco de lo complejo.
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